lunes, 1 de junio de 2009

Consideraciones sobre Análisis etimológico de la filosofía (I)

Véase el texto Análisis etimológico de la filosofía (I).

Algunos compañeros de filosofía y leyes me han cuestionado sobre la entrada mencionada y con ello me han puesto a pensar acerca de lo que he escrito, motivo por el cual he decidido recapitular sobre lo que hemos hablado y he aprendido de ellos.

La pregunta que me plantearon fue la misma que me hice yo antes de escribir el análisis: qué es la filosofía; cuando me lo preguntaron dije que no lo sabía (no lo sé) y que precisamente por ello estoy haciendo estos escritos. Con toda seguridad, si supiera qué es la filosofía con aquella convicción de no necesitar reflexionar sobre el tema, escribiría en forma de aforismo (como junto a ellos hemos comentado escribió Nietzsche) lo que es, lo compartiría y comenzaría a remodelar la piedra filosófica esculpida hasta ahora con dicho cincel.

Pero como no tengo esa respuesta hago esto, hice aquello y haré lo posible para responderme a la pregunta, pese a caer en la espiral obsesiva de la que me ha hablado Vieyra, frase que me imagino se utiliza en psicoanálisis para expresar técnicamente (aunque con cierto deje peyorativo) el "nada más no sales de allí" que a veces se utiliza en México y/o para significar que "le damos vueltas a la misma cosa". Lo que no sé si esté contemplado es que la espiral, en cada giro, avanza respecto el punto sobre el que da vueltas. Quizás se quiera decir "dar vueltas en círculos", pero en cierta forma la espiral hace que la frase tome una denotación más erudita.

Dejando de lado pensamientos que me distancian de mi exposición, vuelvo al tema con lo siguiente: Se mencionó la problemática de qué es el filósofo: ¿uno se autoproclama filósofo o es otro el que nombra filósofos a los demás? Por eso pienso que para saber quién es filósofo es necesario primero definir la filosofía, aunque ciertamente la filosofía sea algo creado por el hombre, lo que no quita que sea a partir de ella que se denomine filósofos a los que la hagan. Por ejemplo, un hombre hace algo, pero sólo hasta que a dicho algo se le denomina, digamos, pintura, podremos decir que ese hombre es pintor. También hay que recordar que no todos los hombres que hacen pinturas se consideran pintores, así que para no caer en el error de nominar a través de un certificado, es necesario definir primero lo que es pintura para poder decir quién es pintor, no sólo por operación.

Abordemos otro punto que me llamó la atención. Mis compañeros opinaron que a lla pregunta ¿qué es la filosofía? terminaría respondiendo lo que es para mí la filosofía. Me pareció entender que ello supondría la edificación de mi trinchera y el comienzo de mi batalla, como si al definir lo que es para mí la filosofía estuviera afilando navajas. Planteaban que el llegar al definir subjetivamente la filosofía traería como consecuencia lo que sigue: hay filosofía porque existen filósofos que filosofan sobre lo que ellos dicen que es la filosofía. Esto introduce un tema que había estado en boca de compañeros de otros semestres y maestros de la facultad: la crisis de la filosofía. Creo que en esto radica para algunos dicha crisis, por parecer que al naufragar bajo esta tormenta de subjetivismo, no posee ancla que la mantenga fija, como en el caso de otros saberes, cuyo objeto parece bien definido. Sin embargo, no me parece suficiente pensar que porque algo caiga presa del subjetivismo se encuentra en crisis. ¿Qué se escapa del subjetivismo? ¿Acaso el objetivismo no es construido por una subjetividad colectiva?

Aún así, si el subjetivismo es el problema, entonces habrá que tomarlo como síntoma de que la filosofía está en crisis (como dice Vieyra) y habrá que objetivarla. ¿De qué forma? Construyendo esa objetividad filosófica. Pero en caso de no significar ello una crisis quizás podamos pensar (como el compañero Joaquín Gonzalez de leyes) que toda reflexión racional puede modificar la realidad sensible.