lunes, 5 de septiembre de 2011

Schopenhauer, Metafísica del amor sexual. Resumen


El amor es un sentimiento humano [969] que puede crecer hasta opacar cualquier aspiración, determinación o certeza del individuo e incluso llevarlo a sacrificar su vida [970] y sin embargo, en palabras de Schopenhauer, había sido “totalmente ignorado por los filósofos” [971] hasta que éste lo interpretó metafísica y trascendentemente [971].

Schopenhauer afirma que detrás de todos los despliegues afectivos que se hacen los enamorados se encuentra el instinto sexual [971], cuya meta es “la composición de la siguiente generación” [972] por la cual los dos amantes serán sustituidos [972]. Este instinto sexual no es más que el maquillaje con que la voluntad de la especie hace creer al individuo que persigue su satisfacción personal en la forma del goce físico [973]. La voluntad se ve obligada a utilizar estos métodos para combatir el egoísmo y la razón del hombre, por las cuales jamás se interesaría en “sacrificarse en aras de la permanencia y la constitución de la especie” [976]. Por medio de esta unión sexual que Schopenhauer describe como una cierta ilusión, el individuo cree “fundirse en un único ser para después seguir viviendo en él" [974]. De esta forma, la voluntad de vivir es representada en la especie gracias al ser que los amantes pueden engendrar [974].

Apoyado en argumentaciones biológicas de la época, supone que los nuevos individuos heredan del padre, el carácter; de la madre, el entendimiento y de su unión el cuerpo [974]; y puesto que el objetivo de la voluntad es “representar antes que nada el carácter de la especie humana como tal” [975] se establece una serie de características que los hombres buscan en las mujeres y las mujeres en los hombres. En un apretado resumen basta decir que tanto los unos como los otros procuran compensar sus imperfecciones con las perfecciones del otro [977]. Puesto que las perfecciones e imperfecciones hacen único e irrepetible a cada individuo y a causa de los hijos que una pareja pudiera tener, a cada hombre le corresponde “del modo más perfecto una mujer determinada” [976]. Cuando se da este encuentro ideal, se dice que los amantes obedecen “a un mandato especial de la especie” [987] y por ello su relación adquiere “un carácter más noble y sublime” [987] respecto al “instinto sexual vulgar” carente de orientación y sólo destinado a mantener la cantidad de la especie en menoscabo de la calidad [987]. Esta comparación establece una axiología sexual donde las relaciones más valiosas son aquellas que mantienen “el tipo de la especie lo más puro posible" [988].

Para Schopenhauer, sin embargo, incluso las parejas ideales son presas de la desilusión que aparece tras la satisfacción sexual [978], si bien en el mejor de los casos sus cualidades complementarias les granjearían “una auténtica amistad” [996]. Por el contrario, la mayoría de los matrimonios resultan infelices por la incompatibilidad general que se evidencia entre los esposos que, “si no fuera por las relaciones sexuales, se odiarían, despreciarían e incluso repugnarían" [992]. Es claro, pues, que la finalidad del amor no consiste en la felicidad de los amantes, sino en la procreación de sus hijos [983]. El hombre inevitablemente es “impulsado por esta ilusión” [978] aunque procure evitar sus fines aun mediante el uso de anticonceptivos.

Los anticonceptivos ofrecen la posibilidad de un goce físico libre de embarazos, pero en el esquema schopenhaueriano no podrían evitar la manifestación fenoménica de la idea de un nuevo individuo [975], en todo caso evitarían la generación de individuos endebles cumpliendo un objetivo similar al que Schopenhauer atribuye a la homosexualidad y más decididamente a la pederastia [998 y ss.]

Adherirse a esta concepción del mundo trae como consecuencia inevitable la intuición de la ausencia de libertad. Schopenhauer lo sabe y lo acepta, pero se topa con una decisión humana que se escapa a la comprensión de su sistema. Se trata de la negación de la voluntad de vivir que conduce al suicidio, pero de una manera diferente a como lo hacen los desengaños amorosos [978]: La negación de la voluntad de vivir significa “arrancar[se] del tronco común de la especie y renuncia[r] a su existencia en ella” [997], no perpetuarse la voluntad, sino aniquilarla en un acto tan pleno de libertad que por sí contradice gran parte del sistema schopenhaueriano. Por ello el autor prefiere calificar a la negación de la voluntad de vivir como “un punto que permanecerá para siempre inaccesible a todo conocimiento humano” [997]. Empero, la crítica se extiende rápidamente: el suicidio es el acto liberador del hombre, suicidarse implica tomar la decisión entre quitarse la vida o sujetarse a las determinaciones de la Voluntad, pero si se tiene la libertad de realizar esta elección no se puede establecer a la Voluntad como determinante de las acciones del individuo. Bajo esta perspectiva, el individuo que se suponía sujeto de la Voluntad, lo es de la negación de la voluntad de vivir y se encuentra constantemente obligado a decidir entre el suicidio o la continuidad de su vida en un mundo “que permanecerá para siempre inaccesible a todo conocimiento humano” [997].



Texto de referencia:

Arthur Schopenhauer, El mundo como voluntad y representación (Madrid: Akal, 2005). Los números de página aparecen entre corchetes.