jueves, 10 de septiembre de 2009

Relación de poder entre profesores y alumnos

La potencia es definida desde la época de Aristóteles como aquella cualidad que tiene el ser de actualizarse, volverse acto. El poder es una entidad invisible que se posee siempre en relación a algo, por ejemplo: quien posee dinero tiene el poder de cambiarlo por bienes y servicios, por lo tanto, mientras más dinero, más poder.

Con los conocimientos sucede algo similar: el hecho de que la mayoría de los avances científicos, tecnológicos, artísticos y culturales tengan un trasfondo teórico, hace que los conocimientos se vuelvan una moneda de cambio bastante valorada.

Las instituciones de educación son los bancos de conocimiento. La población recurre a ellas por ser los sitios donde se va a aprender, a adquirir conocimientos, generar poder, a final de cuentas. Los encargados de transmitir los conocimientos son los profesores, entidades contratadas con ese fin. En un esquema muy básico, al ser los profesores los que poseen el conocimiento y los alumnos los que recurren a ellos en su búsqueda, se coloca a aquellos como los poderosos. Así, hay una relación vertical profesor-alumno, donde el alumno siempre estará subordinado al profesor.

En cierta manera esto no podría ser de otra forma: sería ridículo ir a aprender sobre lo que no sé de alguien que lo ignora. Por otro lado, esta tipificación corre el riesgo de colocar al profesorado como un ser incuestionable por parte de los alumnos. Precisamente es en el punto en que el conocimiento se cuestiona cuando el problema aparece. La forma de actuar de las partes se ve comprometida, el profesor tiene que elegir entonces entre defender su supremacía o declararse falible, y el alumno entre seguir cuestionando o guardarse los comentarios.

Evidentemente ni el profesor tiene todas las respuestas, ni el alumno es un ignorante, por lo que la verticalidad en este proceso me parece inaceptable. Aún así tampoco propugno por una horizontalidad que iguale al profesor con el alumno, sino por un paralelismo en el que tanto profesor como alumno se transmiten conocimientos uno al otro y en donde la variedad en el grado de conocimientos poseídos no afecta a la relación entre ambos.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Evidentemente tienes razón. Aunque yo considero que siempre va a existir esa relación de poder, no tanto por el conocimiento que tenga o que no tenga, sino porque se le ha concedido un "status" (bueno, papelito habla). Esto creo que es muy peligroso, puesto que ya no hablamos de una transacción de conocimiento entre estudiante y maestro, sino que es una especie de enseñanza sobre cómo funcionan las cosas en la sociedad. Es decir, que aunque se ponga ese paralelismo (utópico, vygotskyano y todo eso), y aunque haya o no conocimiento, la relación de poder ahí está y eso es lo que está aprendiendo implícitamente el alumno. Malo cuando no hay conocimiento. Como no sé en cuál facultad, en la que tenemos que respetar a no sé cuáles personas que no saben ni papa, changos.. jajaja.. atte: elisa de letras

José Alberto dijo...

Has tocado un problema del que ya he hablado con algunos compañeros de mi salón y es el del título como garantía de saber. Esto genera una relación de poder que incluso se refleja entre los profesores por sus grados (licenciados, maestros y doctores) y que, ciertamente, el alumno puede aprender en clases.

Además, estoy completamente de acuerdo contigo en la desventaja existente en el hecho de que el profesor no tenga conocimientos o no los sepa aterrizar en el aula.

Bueno, Elisa, ¡gracias por tus comentarios!

Nos seguimos leyendo.

José Vieyra dijo...

Bena, la cuestión es que en un primer momento es necesaria la jerarquización, es decir, no puede comenzar existiendo un "paralelismo", tenemos en algún momento que tomar la posición de ignorantes ante ciertos temas y el maestro ocupar su lugar. Es más, quizá sea aventurado, pero el maestro no debe rebajarse por propios medios a otra postura, sino el alumno desplazarlo de ese lugar de saber, creo que lo que planteas aunque puedo estar de acuerdo no creo que sea operable, sin embargo, la posición de maestro se puede perder, y es a esto lo que debemos estar preparados los alumnos, a esperar el momento y matar simbólicamente (aun cuando se oponga) a ese padre (maestro) que todo provee y todo posee, sólo entonces obtendremos su lugar, encontrándonos con la propia falta de saber incluso en otra posición.

Saludos

José Alberto dijo...

La estructura paralela no elimina fronteras entre el alumno y el profesor, sino que los sitúa en un plano donde el primero se declara desconocedor de un tema que quiere aprender del segundo, el cual no por poseer mayor conocimiento sobre dicho tema se convierte en una autoridad incuestionable e infalible.

Asimismo no entiendo del todo por qué mencionas el acto de rebajarse el profesor. Si con ello haces referencia al "declararse falible", soy más de la idea de que quien así lo hace no se rebaja, sino se da su lugar. Esto me recuerda las muchas veces que hemos criticado las actitudes de algunos profesores respecto a otros saberes, mismos que utilizan para dar ejemplos fuera de lugar o bien para cuestionarlos desde una trinchera (o mejor aún atalaya) inalcanzable como pretenden que sea la filosofía.

La trascendencia alumno-profesor, que en tu exposición leo como una descripción de animal al acecho, la entiendo en términos de conocimiento: "sería ridículo ir a aprender sobre lo que no sé de alguien que lo ignora"; igualmente sucedería con el ir a aprender lo que ya sé de quien lo ignora o conoce en menor grado, a tal punto que en la escuela se llega a "descalificar" a profesores o a nombrar alumnos como tales.

Muchos saludos. Nos seguimos leyendo.