jueves, 19 de mayo de 2011

Bacon como preámbulo a la modernidad

Bacon propone que la naturaleza del hombre es incapaz de desvelar los misterios de la naturaleza[1] porque los ídolos o falsas nociones que le son inherentes nublan su inteligencia y le impiden alcanzar la verdad[2]. Los ídolos que nublan la percepción del hombre son cuatro: de la tribu, de la caverna, del foro, y del teatro[3]. Los ídolos de la tribu corresponden al género humano y consisten en que el hombre mide todo conforme a su naturaleza y por eso obtiene datos corruptos[4]. Los ídolos de la caverna son los que cada humano posee en sí mismo y consisten en una serie de experiencias y conocimientos que resultan en prejuicios que también corrompen los datos obtenidos[5]; es decir, por naturaleza tendemos a adecuar la realidad a nuestra condición humana y por individualidad lo mismo; el hombre, en este caso, no sólo adapta físicamente su medio para sobrevivir, en lugar de adaptarse él como especie, sino que también adapta inteligiblemente el medio para poder comprenderlo y modificarlo. Los ídolos del foro se producen por la convivencia con el otro y las convenciones sociales que de allí se puedan extraer. El más representativo de esta clase de ídolos es el lenguaje que está regulado "por el concepto del vulgo"[6] y esto mismo impide acercarse referirse correctamente al objeto y por ende aprehenderlo[7]. Finalmente los ídolos del teatro son los "introducidos en el espíritu por los diversos sistemas de filósofos y los malos métodos de demostración"[8] y reciben este nombre porque para el autor las filosofías contenían un mundo imaginario y teatral[9]. Sin embargo los hombres prevenidos de los ídolos pueden ponerse en guardia contra ellos[10] pero para ello es necesario llevar a cabo una correcta inducción.

De lo anterior se puede afirmar que pese a tener el hombre una incapacidad natural de captar al objeto como tal, si es consciente de ello puede llegar a su conocimiento. Según Bacon el método para conseguirlo es extraer las nociones últimas de la realidad directamente a través de los sentidos[11] pues de esta forma se inducirán leyes de la experiencia y observación de los hechos "elevándolos progresivamente y sin sacudida hasta los principios más generales"[12].

Esta propuesta baconiana plantea dos ejes centrales que perfilan la Modernidad. En primer lugar la aceptación de las limitaciones del hombre en la forma de ídolos y por los cuales el hombre tiende a tergiversar la realidad. En segundo lugar la posibilidad de plantear, a partir de las limitaciones humanas, un nuevo método que permita al hombre aproximarse a la realidad objetiva. Son estas dos cualidades las que me permiten decir que Bacon sirve de preámbulo a la obra de Descartes respecto a la Modernidad, pues presenta la antesala de las teorías que se postularán después.


Notas:

[1] Francis Bacon, Novum organum (México, Porrúa: 2009), 39.
[2] Ibídem, 45.
[3] Ibídem.
[4] Ibídem, 46.
[5] Ibídem.
[6] Ibídem.
[7] Ibídem.
[8] Ibídem, 47.
[9] Ibídem.
[10] Ibídem, 45.
[11] Ibídem, 41.
[12] Ibídem, 42.

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