jueves, 19 de mayo de 2011

La teleología es cosa de hombres, desde Spinoza

En el primer capítulo de su libro Ética demostrada según el orden geométrico, Spinoza explica el tema de la naturaleza y propiedades de Dios, de quien afirma existe necesariamente, es y obra por la sola necesidad de su naturaleza, es causa libre de todas las cosas, que todas las cosas son en Dios y dependen de Él y que produce todas las cosas por su naturaleza absoluta o su potencia infinita.
 
En el Apéndice a este capítulo se propone analizar los prejuicios que llevan a los hombres a considerar que Dios tiende a un fin, prejuicio éste que impide a los hombres comprender lo que el autor ha expuesto en este primer capítulo.

La explicación que Spinoza da parte de la evidente apetencia que tienen los hombres de buscar su propia utilidad y de la conciencia que tienen de ello. Esta conciencia de sus voliciones y apetitos los hace sentirse libres pese a que desconozcan las causas por las que quieren y apetecen cosas. Por desconocer dichas causas no actúan nada más que conforme a su utilidad, esto es, conforme a un fin y como en la naturaleza encuentran muchas cosas que les sirven de medio para alcanzar su fin y no conciben que tales cosas pudieron haberse hecho a sí mismas, pensaron que otro las había puesto allí para ellos con el fin de ligarlos a sí y ganarse su reconocimiento y más alto honor. A este proveedor le dieron el nombre de Dios e idearon una serie de ritos con que ganarse su favor, como si Dios obrara con libertad y voluntad humana, encaminado a un fin. Esta doctrina del fin, afirma Spinoza, trastoca totalmente la Naturaleza y demuestra que las causas finales no son sino ficciones humanas. Por otro lado, afirmar que Dios hizo las cosas con una finalidad supondría algo de lo que carece, lo cual resulta absurdo.

De esto resulta que los hombres son seres teleológicos y a causa de ello consideran a Dios como un ser que también obra por un fin, pese a ser Dios un ente que pueda no obrar conforme a un fin.
 
Quisiera comentar una opinión personal respecto a la finalidad y es que si bien los fines son ficción de los hombres como plantea Spinoza en el Apéndice, creo que son necesarias para conquistar cierta eternidad e infinitud con que Spinoza caracteriza a Dios. Me explico: Dios es la sustancia infinita que todo puede, que todo es y el hombre parece aspirar a ello consciente o inconscientemente pero su finitud le impide ser omnipotente como Dios, para ello son necesarias las ficciones de finalidad, pues al alcanzar o superar una finalidad que el hombre se propone, supera dicha finitud y se hace acreedor, aunque sea aparentemente, de un poco de infinitud, de trascendencia o eternidad. Y el hombre se siente divino.

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